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13 August 2021
Los desechos procedentes de la producción de la bebida se convierten en biogás para movilizar los camiones de reparto y reducir la contaminación.
Hace siglos que el whisky calienta los gaznates en Escocia. Ahora, los desechos procedentes de su producción se convierten en biogás para movilizar los camiones de reparto y reducir la contaminación.
En el pueblo de Dufftown, noreste de Escocia, los trabajadores de la destilería Glenfiddich echan los granos de cebada mojados -residuos conocidos como bagazo- en la parte trasera de un camión donde forman un montón humeante.
Este bagazo se mezclará con un líquido amarillento que parece cerveza, conocido como "pot ale", otro residuo de la fabricación del whisky, antes de someterlo a un proceso de 'metanización' para producir biogás con bajo contenido en carbono, utilizado como biocarburante.
"Ahora tenemos vehículos que pueden transportar nuestra mercancía y nuestros espirituosos en todo el país utilizando una fuente de energía renovable con muy bajo contenido en carbono", explica a la AFP la directora de la planta, Kirsty Dagnan.
El gas producido, principalmente metano, se almacena en un reservorio del patio a la orilla de la calle, donde los tres camiones adaptados de la empresa pueden llenar el tanque, antes de asegurar el transporte del espirituoso en todas las etapas de su producción.
La idea de este biocarburante con bagazo y "pot ale" es de los investigadores de la Universidad Napier de Edimburgo, que lo pusieron a punto en 2010.
El descubrimiento fue elogiado entonces por la asociación de defensa del medio ambiente WWF, ya que el carburante podía fabricarse sin dañar los bosques ni la fauna, a diferencia de otros biocarburantes como el aceite de palma.
Los tres camiones adaptados que utilizan el nuevo biocarburante elimina la emisión de unas 250 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera, aseguró Kirsty Dagnan a la AFP.