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PABLO EPIFANIO, desde Mulhouse, Francia 17 September 2013
En la ciudad francesa de Mulhouse está el museo que contiene la mayor colección de autos históricos del mundo. Lo visitamos para conocer los más de 400 ejemplares desde 1878 hasta nuestros días.
A unos 500 kilómetros al sureste de París está la ciudad de Mulhouse, ubicada en el departamento de Alto Rin. Es la segunda urbe más grande, detrás de Estraburgo, de la región de Alsacia. Y este fue el lugar al que a mediados de la década del 30 llegaron los hermanos Fritz y Hans Schlumpf, con la idea de hacerse fuertes en la industria textil en dicha región y con sus réditos crear la colección de autos históricos más grande del mundo. Eran dos paradas difíciles, pero la tozudez de estos suizos llevó a que ambos objetivos se hagan realidad. De a poco fueron comprando fábricas y sociedades hasta convertirse, a mediados de los años cincuenta, en los máximos exponentes del rubro textil francés. En paralelo fueron comprando todo auto antiguo que se les cruzaba por el camino o que conseguían mediante exhaustivas búsquedas, especialmente los de origen europeo y en particular los míticos Bugatti.
En el año 1965, ya con la colección privada de Ettore Bugatti en sus manos y contar con más de cien vehículos de esta marca, deciden transformar una de sus fábricas textiles en su museo particular del automóvil. Encargan 500 farolas similares a las del puente de Alejandro III para decorar el inmenso espacio y en cerca de 20.000 metros cuadrados colocan todas estas joyas.
En principio serían expuestas sólo a los invitados de honor. Los gastos llegaron a un volumen tal que desembocó en una suspensión de pagos a sus empleados a comienzos de los 70 y la consecuente huída de la familia Schlumpf a Suiza. Los obreros ocupan la fábrica e inmediatamente descubren la espectacular colección. Ellos se encargarían de abrirla al público pero como se les hizo imposible mantenerla, el gobierno francés la declara Monumento Nacional en 1978, y los sindicatos deciden venderlo a la Asociación Propietaria del Museo Nacional del Automóvil que se crea a propósito.
Desde entonces este museo experimentó varias transformaciones y se reinauguró por última vez en marzo de 2000.
Un túnel del tiempo
El raid junto a la gente de Renault Argentina para unir París con Frankfurt probando el nuevo Clio IV incluyó una escala en esta ciudad, y nos dimos el gusto de visitar este impresionante sitio.
Con una exquisita ambientación en un edificio de 25 mil metros cuadrados, el museo alberga vehículos que datan desde los albores de la industria. Están ubicados por época y categorías.
Desde los carruajes hasta una Bugatti Veyron, pasando por los primeros autos a vapor y una espectacular colección de máquinas de diferentes momentos de la Fórmula Uno.
Hay una sala dedicada a los considerados “ancestros”, con modelos desde 1895 hasta 1918 que incluyen los primeros Panhard, Peugeot, De Dion y Benz. En el pabellón de los “clásicos” hasta 1938, se exhiben los primeros modelos Mercedes Benz, la berlina de Citroën de 1934 y todos los Peugeot con tres cifras y un cero en el medio. Y ya en el sector de los contemporáneos y más modernos –con los más representativos de la posguerra- se encuentran varias piezas únicas y extrañas como la Dynavia 1948 de Panhard & Levassor y toda la familia Citroën desde el Dos Caballos, presentado después de la guerra y que seguiría fabricándose durante 40 años.
La estrella: la Bugatti Royale "Esders" (en la foto de portada), reconstruida en 1990 con elementos originales.
Hay un bar-restó y un shop para comprar todo tipo de elementos vinculados con la automobilia. Se lo puede recorrer caminando, o bien a bordo de un mini ómnibus articulado con servicio de audioguía para conocer lo más destacado de esta colección. Además de verlos, el visitante se puede subir a alguno de ellos y verlos en su hábitat natural y en acción mediante films.
Museo del Automóvil, "Colección Schlumpf" o "Ciudad del Automóvil". Un verdadero túnel del tiempo. Un lugar que bien vale la pena conocer. "Es el Louvre de los automóviles" expresó absolutamente deslumbrado el constructor francés Amdée Gordini luego de visitarlo, palabras que lo definen a la perfección.