04/10/2022 - Probamos la versión tope de gama de la pick-up fabricada en Córdoba. Confort y estética renovada.
CLAUDIO CAPACE 18 March 2011
En su versión Clubman, el MINI invita a sentir la adrenalina en otro formato. Moderno y tecnológico, conserva intacto ese halo distintivo que lo convierte en un pequeño agraciado y un enfant terrible.
Es un auto que señaló un antes y un después en la forma de diseñar y concebir los automóviles: marcó una época, signó a varias generaciones… y hoy sigue haciendo la diferencia.
El Clubman del Cooper S (“S” identifica a los modelos más potentes) trae un nuevo formato de carrocería y algunos retoques en la puesta a punto de las suspensiones que pretenden optimizar el confort de marcha.
El nuevo miembro de la familia de pequeños enfants terribles nació apenas más grande que sus predecesores, pero conserva intacta la magia –y el espíritu– de aquel viejo icono de los 60.
Por fuera
Todo en él es llamativo: el diseño es su alma mater y seduce por donde se lo mire. Resulta evidente que cada detalle fue pensado dando primacía a lo estético por sobre lo funcional. Esta versión conserva los grandes y clásicos faros, la parrilla hexagonal en su frente y las medidas compactas de la familia.
Se vuelve exuberante entrada la noche: los relojes se tornan anaranjados y los testigos lumínicos se hacen presentes por doquier. Imposible no caer rendidos frente a sus poderosos encantos.
Por supuesto, no es un auto recomendable para personas que busquen pasar desapercibidas. Uno podría hacer el ejercicio de dar una vuelta por las calles porteñas y tomar nota de la cantidad de personas que voltearán sobre sus talones para observarlo (al auto, no al que maneja...).
Por dentro
Los comandos en su interior no gozan de practicidad por estar ubicados casi de manera aleatoria. Si bien es cierto que visualmente quedan bonitos, son muy poco prácticos a la hora de hacer uso de ellos. Los del audio tienen la sumatoria de ser muy chicos para dedos “estándar” y requieren dejar de mirar el camino para prestarles atención.
La posición de manejo es confortable. Uno podría pensar que por su pequeña contextura inevitablemente el conductor debiera caer mal sentado. Contrario a ello, quien tenga el privilegio de ir en el puesto de mando se sentirá cómodo con la profundidad de los pedales, la disposición del volante y de la palanca de cambios.
Nos gustó el doble techo de cristal, pero nos resultó insuficiente la cortina destinada a frenar el ingreso de los rayos del sol. Su parte posterior finaliza con un doble portón que hace infinito (casi) el llenado de este sector.
Equipamiento
En lo que respecta a seguridad, la materia está aprobada. Cinturones con pretensores de tres puntos de anclaje, airbags para todos los gustos y sistema ISOFIX de anclaje de asientos para niños. Votamos a favor del sistema de frenos, ABS y control dinámico, que detecta situaciones de frenado de emergencia con inusitada delicadeza.
Sensaciones de manejo
Es un auto de asfalto y -en lo posible- que tenga pocos baches, porque si no se los sentirá en los huesos. No es cómodo, pero el que compra un MINI está comprando un mito viviente que se traduce en fidelidad y dinamismo, difícilmente sea para cuestionar su duro traqueteo al andar. La insonorización hace lo suyo, pero no serán cuestiones a tener en cuenta por la gente de BMW, que evidentemente prioriza mantener intacto su espíritu. Sus atributos, claramente, pasan por otro lado.
Si bien su andar es duro, se mueve en espacios reducidos con total soltura, y da rienda suelta a sus ganas de echarse a correr con un sistema de dirección que acompaña y una caja de 6 velocidades concentrada en un andar que privilegia el dinamismo. Responde muy bien, casi sin poder someterse a comparación por ser único en su estilo.
Prestaciones
Su velocidad máxima es de 224 km/h, y otro de los obsequios que nos brinda este modelo es el poder escuchar el delicioso ronquido que emanan sus entrañas: el motor turbo acelera de 0-100 km/h 7,89 segundos y de 0-400 metros en sólo 15,89 segundos.
Su cantidad de caballos no es descollante, y ése es uno de los puntos que lo hacen atractivo: la combinación del goce deportivo con el uso diario y el disfrute de un paseo lo convierten en una de esas deliciosas pociones que vienen en frasco chico, e invitan al desenfreno.
Las sensaciones que entrega son de primer nivel: hay control exacto y preciso de cada maniobra y siempre hay respuesta motriz para salvar cualquier situación. Las ayudas electrónicas ponen las cosas en su lugar, pero si se exploran los límites de la física deben tomarse los recaudos del caso. Llas fronteras están más allá que en cualquier auto “común”, pero superada esa franja no hay retorno.
Los kilómetros pasan y el placer de pasear en él no tiene límite. Lo que sí se acota es su combustible: a 130 km/h recorre 11,1 km/l (rinde 555 km); en el ciclo urbano desciende a 9,9 km/l (495 km de “range”). En uso mixto se las arregla con un litro de súper para hacer 10,5 km.
Balance final
Se trata de un auto con historia y con futuro. Se trata, ni más ni menos de manejar un mito y de llevarse todos los suspiros. Su precio es elevado: casi 45.000 dólares. Pero, si saca números, no se olvide de descontar las sesiones de terapia: nadie tiene problemas de ego o personalidad arriba de un MINI Clubman. Manejar algo que es único, ¿tiene precio?