04/10/2022 - Probamos la versión tope de gama de la pick-up fabricada en Córdoba. Confort y estética renovada.
CLAUDIO CAPACE 18 October 2009
Tuvimos el privilegio de probar el nuevo producto de GM Argentina durante toda una jornada de manejo. Aquí, las primeras impresiones de un auto que sin dudas será protagonista del top ten local.
Aun antes de tomar las llaves del Agile que nos esperaba en la puerta del Hyatt mendocino ya teníamos en claro al menos dos cosas… y no porque anduviéramos disfrazados del inspector Clouseau.
Por un lado, la multitud de colegas brasileros -tres a uno en relación con los medios de prensa locales- llegados a Cuyo indicaba claramente la magnitud de lo que representa el auto para ese mercado (gran parte de la comunicación en el evento fue en portugués/portuñol). Por el otro, después de algunas charlas en off con directivos entrantes y salientes, quedó muy claro que se respira un inequívoco cambio de aire en el portfolio de la marca. Y hay que reconocer que le hacía falta.
Pero centraremos estas líneas en las sensaciones que nos dejó el Agile. Después del test drive oficial -de apenas 70 km y siempre en territorio llano, bastante pobre por cierto- y merced a oficios que conviene no detallar, dispusimos de una unidad free que fue entregada con la sola consigna de ser devuelta con los airbags en su alojamiento primario, antes que fuera de noche y rodando sobre las cuatro ruedas. Cumplimos los postulados impuestos sin ningún esfuerzo.
El Agile, si se permite la figura, es a GM lo que el Sandero a Renault: una plataforma del segmento B (sobre esto la información fue retaceada pero se sabe que es una transformación radical de la conocida en el Corsa) llevada a su máxima expresión y nacida primero como versión pseudo off road –hecho reconocido por ambas marcas-, para vestirse luego con ropajes civiles/ciudadanos. Primer waypoint del la nota: antes de mediados del ejercicio próximo será presentada la versión “look Adventure” del nuevo modelo.
Poniéndonos ya en la piel del usuario y llave en mano pasamos a escrutar y registrar lo que entrega el nuevo modelo. Por la mañana nos tocó conducir una versión intermedia (LT, a un precio de preventa de $ 55.800, la básica LS se ubica en $ 50.800), en tanto la mayoría de los kilómetros los desandamos, por la tarde, con una full equipment denominada LTZ ($ 61.000). Elegimos un derrotero ciudadano primero, algo de autopista después, para finalizar con varias trepadas al Cerro del Gloria (1.000 ms.n.m) en el conocido Parque de la Independencia de la ciudad capital.
Soluciones novedosas
Más allá de gustos y apreciaciones personales nos seduce la coherencia en el lenguaje: el Agile es un modelo que propone soluciones novedosas adentro y afuera. ¿Ejemplos?
• el detalle del bautizado ojo egipcio que define el trazo de los vidrios laterales –se pone de manifiesto de manera más contundente con los cristales oscurecidos- permite aportar fluidez y ligereza a pesar de contar con un parante C (el último) de generoso grosor.
• el diseño del tablero, que más allá de ser poco intuitivo para resolver todo en un vistazo aporta una nueva mirada y sale de los parámetros más tradicionales.
Por definición profesional somos de alentar firmemente los aportes que sorprenden y escapan a soluciones probadas.
Equipamiento y confort
La dote de equipamiento (hablamos de confort por sobre seguridad, si bien el full incorpora ABS) excede los parámetros de su categoría: climatizador de gráfica digital, computadora de abordo integrada, apertura y cierre de vidrios desde la llave a distancia, sensor crepuscular para el encendido automático de luces, control de velocidad crucero, etc.
Dos puntos a favor: el diseño y la construcción de las butacas, realmente meritorio y el despeje del suelo, que permite sortear trampas ciudadanas (lomos de burro, badenes, pozos, etc.) con total impunidad. Se viaja y se conduce alto -el auto tiene una mixtura que lo transforma en algo de SUV y en algo de crossover-, aunque lamentablemente los parantes son gruesos y quitan algunos puntos de visión, un mal propio de los autos modernos.
El comando de caja luce preciso y certero en sus casilleros y la dirección –merced a un volante de generoso tamaño e insulso diseño- resulta rápida para esquivar los “troley” que tejen el centro mendocino. En este ámbito, los 94 CV se presentan ajustaditos pero eficientes y “trabajando” con las relaciones de caja se logra un desempeño vivaz sin sacrificar el consumo. Es claro que la relación peso-potencia no lo favorece, pero llevando las riendas cortas está lejos de ser un auto pesado.
El incremento en la plataforma respecto del Corsa II (+50 mm de extensión y +174 mm de entre ejes) le permite gozar de una correctísima habitabilidad. Hicimos la prueba de viajar como ocupantes traseros y sólo notamos que el túnel (falso en realidad porque se trata de un tracción delantera) molesta para un eventual tercer ocupante de esas plazas.
Camino al andar
Cuando salimos del ejido urbano para buscar por autopista la zona de bodegas, observamos que la utilización de la caja y el embrague se incrementa: es necesario tener el motor montado sobre las 3.500 rpm para aprovechar la mejor cosecha del cuatro cilindros. A partir de allí y hasta las 5.500 vueltas (registro de máxima potencia) es la zona donde el Agile mejor se lleva.
Dinámicamente, la altura libre de las suspensiones le juega en contra a la hora de los virajes ya que acusa marcadas inclinaciones. Las ruedas apuntan donde el conductor indica… pero las cabecitas se mueven cual pasada esteña de Roberto Giordano. Desde la estética, ni siquiera los neumáticos de 15 pulgadas de la versión tope (el de reposición es en todas las versiones rueda de 14 pulgadas) disimulan la luz entre las ruedas y la carrocería.
Volviendo al mundo interior, en este breve contacto juzgamos como correcta la insonorización acústica (el motor se escucha pero no gravita en la vida de abordo a pesar de no contar con aislante bajo el capot) y como mejorable la insonorización mecánica propia de la rodadura, sobre todo en caminos de ripio donde los pasarruedas “cantan” y exigen protección.
Punto a favor para la conectividad múltiple del equipo de audio: teléfono manos libres y variantes para iPod, entrada auxiliar o USB ideal para llevar la música de acompañante.
Merced a una maniobra involuntaria –por la mañana y con la versión que no contaba con ABS- debimos aplicar los frenos en toda su magnitud. No nos gustó la marcada transferencia de peso (producto de suspensiones mullidas) y la estabilidad direccional en esas condiciones. Veremos si en el test respectivo corroboramos o modificamos la apreciación.
Antes de devolver el Agile hicimos tres o cuatro veces de ida y vuelta la trepada al Cerro de la Gloria con dos pasajeros y algo de equipaje (en realidad esas cajas insondables que siempre cargan los cámaras de TV y que nunca se sabe que llevan). Como acotamos, se trepa casi hasta los mil metros en un trayecto corto. En estas circunstancias extrañamos sin vueltas contar con diez caballos más bajo el pie derecho. Si en la ruta los sorpassos los solucionamos llevando las cuarta velocidad hasta el más allá… en caminos de montaña el Agile obliga a llevar el oído atento para no dejar caer el motor.
Segundo waypoint: es un hecho que en el mediano plazo se contará con una versión más potente (la realidad del caótico tránsito de San Pablo es disímil al del interior patrio donde las distancias son mayores) y una inédita variante Diesel que llegará con un impulsor importado de última generación.
Punto final para este preámbulo que sirvió para tener una idea cabal de lo que GM trae entre manos. Como degustación que fueron estos tres días, nos quedamos con ganas de más.